Mi voz entre el inglés y el español

Mi voz entre el inglés y el español

No recuerdo cuándo fue el día en que decidí escribir la mayoría de mi contenido en inglés. Lo que sé es que hoy me resulta lo más natural y, con algo de pena, me doy cuenta de que escribir en español no se me da tan fácil, al menos por ahora. Qué bueno por lo de la práctica, ¿no? La práctica nos ayuda a ser mejores en casi todo lo que practicamos.

Les quiero compartir la historia de cómo una voz se silenció parcialmente por las exigencias de la vida (trabajo, estudios en EEUU) mientras la otra se fortalecía. Ahora, estoy en un acto consciente de equilibrar la balanza, no por obligación profesional, sino por un deseo personal.

Hace ya varios meses escribí sobre cómo soñaba en inglés y no tanto en español últimamente. Eso es algo raro, al menos para mí, y algo que todavía no sé exactamente qué significa. ¿Posiblemente tenga que ver con mi experiencia con el idioma inglés? O quizá sea un simple reflejo de mi vida diaria, en donde el inglés juega un papel muy importante, al menos en mi vida profesional.

Curiosamente, no solo he escrito más en inglés que en español, al menos como adulto, sino que también he leído muchísimo más en inglés que en español. Esto no es algo que decidí conscientemente, es algo que se dio de manera natural debido a mi experiencia en Estados Unidos y al trabajo que tengo. Por ejemplo, mi amor por la literatura empezó cuando era muy pequeño. Recuerdo levantarme muy temprano los fines de semana para hojear los libros de enciclopedias como 500 Pueblos o El Mundo de los Niños, que mis padres habían comprado para adornar el librero de nuestra casa. Estas enciclopedias tenían varios tomos y, pues, me sobraba qué leer. Ayudaba que estaban llenos de hermosas ilustraciones y datos interesantes. No eran novelas o poemas, pero creo que despertaron mi gusto por los libros.

En Estados Unidos, mi práctica con la lectura disminuyó al principio. Recuerdo que leer era lo último que quería hacer; estaba en un modo de trabajar y ganar dinero, esa era mi prioridad. No fue hasta un par de años después que me di cuenta, de manera lenta y agobiante, que si no aprendía más habilidades no saldría adelante como era mi deseo. Mi trabajo hasta entonces consistía en puestos de línea de montaje y otros trabajos en fábricas, que aunque no estaban del todo mal, no eran lo que yo quería hacer. Mi meta en ese momento era ganar un poco más, trabajar menos con mis manos y ser contratado por mis conocimientos y no por mi capacidad física.

Fue entonces que decidí inscribirme en un colegio comunitario (universidad de dos años), para ayudarme a conseguir un empleo que se alineara mejor con mis metas y prioridades. Claro, me di cuenta muy rápido de que antes de poder entrar al colegio, tenía que conseguir un diploma de escuela secundaria o preparatoria (High School). Aunque contaba con algunos créditos de mi educación en México, no me fue posible validarlos. Después de varias tardes asistiendo a clases de preparación para hacer un examen y obtener el GED (una credencial de equivalencia de escuela secundaria que se obtiene al aprobar una serie de cuatro pruebas: razonamiento matemático, razonamiento a través de las artes del lenguaje, estudios sociales y ciencias), hice el examen y lo pasé.

Estas preparaciones, así como mis dos años y medio en el colegio, me motivaron (y obligaron) a retomar la lectura para aprender de varios temas y poder graduarme. Después de todo esto pude conseguir un trabajo de oficina. No pagaba mucho, pero al menos utilizaba mi mente un poco más que mi fuerza física. Con el paso del tiempo aprendí que necesitaba seguir formándome en otros temas y me enfoqué en la tecnología. Lo tomé en serio y terminé leyendo varios libros, revistas y ensayos sobre el tema. Fue en este momento que empecé nuevamente a leer solo por gusto. Uno de estos libros que compre y lei por gusto, fue el del conocido hacker de los años ochenta, Kevin Mitnick, titulado The Art of Deception. Es una historia muy entretenida y curiosamente me animó a seguir por el camino de la tecnología, aunque el tema del libro se enfoca en la ingeniería social e historias sobre su juventud.

Así pues, me convertí en un ávido lector. Aunque mucha de mi lectura en los últimos años ha sido principalmente de aprendizaje técnico y personal, últimamente me he interesado más en biografías y novelas, muchas de ellas de autores japoneses. Y durante todo este tiempo, la gran mayoría de mis lecturas han sido en inglés, con la excepción de un par de libros que compré durante mis visitas a México. Creo que esta es la razón por la cual mis escritos también han sido primordialmente en inglés.

Antes de empezar a escribir este blog, estaba leyendo 2666 de Roberto Bolaño, en la edición original en español. Esto me motivó a escribir lo que estás leyendo. No por el tema del libro 2666 —que, si lo has leído, sabrás que es muy distinto—, sino por el gusto de leer palabras y frases tan bien construidas en este idioma que conozco desde niño, mi lengua nativa, mi español.

Si les interesa el tema del bilingüismo, les recomiendo el libro Bilingual: Life and Reality de François Grosjean. Uno de sus conceptos con los que más me identifico es el principio de complementariedad. Este principio establece que los bilingües generalmente adquieren y usan sus idiomas para diferentes propósitos, en distintos ámbitos de la vida y con diferentes personas. Por lo tanto, sus conocimientos en cada idioma son complementarios y no una simple duplicación. Lo que estoy tratando de hacer en este momento de mi vida es empezar a utilizar mi español para propósitos en los que siempre había usado el inglés.

Creo que mi enfoque en el inglés fue una buena decisión en mi vida profesional de joven, y tal vez lo continúe siendo en esta nueva etapa. Pero no tengo duda de que el español jugará un papel muy importante en esta fase de mi vida, una etapa de logros más personales y menos superficiales, una etapa de enfocarme en disfrutar mi vida, mis seres queridos y las cosas que me hacen feliz.

Que tengan un bonito fin de semana.